(Por si lo que hoy te cuento te llega muy adentro, espero recibas mi abrazo…)
Va sobre la primera vez que fuí a terapia.
La primera vez que fuí a terapia tenía el objetivo de hacerme más consciente de mi misma y de mis mierdecillas, para evitar proyectarlas sobre las personas con las que trabajaba en la época (era educadora social en una ONG).
Además estaba atravesando una época extraña, en la que me sentía muy desorientada e insatisfecha.
Recuerdo una frase de la psicóloga que se me quedó grabada hasta hoy y era algo así como:
“Tania, ¿pero por qué no haces caso de tus emociones?"
Wow, eso fue un buen jarro de agua fría que me costó comprender a qué venía.
Pero reflexionando me di cuenta de que…
- Estaba intentando tapar el vacío de una pérdida rodeándome todo el tiempo de personas y de ruído.
- Necesitaba comprensión y apoyo que nunca llegaba y encima yo lo justificaba.
- Organizaba viajes constantemente para escapar de mi realidad y no reflexionar nunca sobre ella.
- Me adaptaba a personas y ambientes que no me aportaban nada, solo porque se suponía que era guai estar ahí.
- Anteponía el estar en todos los saraos a escuchar lo que necesitaba mi cuerpo.
- Buscaba nuevas experiencias estimulantes que llenaran mis vacíos existenciales.
- Dejaba de lado mis verdaderos intereses por no resultar aburrida, ni reivindicativa, ni incómoda.
- Finjía ser la más feliz y divertida para que me quisieran, para encajar.
- Buscaba afuera lo que no sabía darme desde adentro.
- No pedía ayuda con tal de no molestar.
- Peleaba contra lo que sentía, en lugar de atenderlo, aceptarlo, cuidarlo…
En fin Querida, que hacía todo lo contrario a lo que mis emociones no paraban de pedirme a gritos que de mi necesitaban, y por supuesto lo estaba pagando caro, a costa de gran insatisfacción y vacío.
Con todo el cuidado que soy capaz te pregunto, ¿te has sentido así alguna vez?
Me lo imaginaba… pues ¿sabes? Es normal. Teniendo en cuenta la escasa o nula educación emocional que hemos recibido, lo raro sería lo contrario.
A lo largo de estos años no he parado de invertir energía y esfuerzos en mi proceso de crecimiento personal, además de desarrollar talleres de gestión emocional durante mi labor como educadora, que ayudasen a otras personas.
Y aunque FAMARA SOUL nació ya hace un año y medio, es ahora cuando siento el mejor momento para ofrecerle también a mis SOULsisters ese espacio en el aprender a escuchar y sacar partido de nuestras emociones para crecer junto a ellas, más libres, conscientes y satisfechas que nunca.
Y para fluir creando nuestro propio tesoro FAMARA SOUL con piedras y cristales poderosos, para llevarlo a casa y recordarnos lo valiosas que YA SOMOS.
Escríbeme para enterarte de todos los detalles.